El jabalí (Sus scrofa) es un mamífero de tamaño mediano provisto de una cabeza grande y alargada, en la que destacan unos ojos pequeños. El cuello es grueso y las patas son muy cortas, lo que acentúa aún más su cuerpo, en el que es mayor la altura de los cuartos delanteros que los traseros, a diferencia del cerdo doméstico.
El jabalí compensa su mala vista con un importante desarrollo del olfato, que le permite detectar alimentos, como trufas, bellotas, setas, caracoles, vegetales y animales bajo tierra, o incluso enemigos a más de 100 m. de distancia. El oído está también muy desarrollado y puede captar sonidos imperceptibles para el ser humano.
En el Macizo del Gorbeia y su entorno se deben cazar al menos 200 ó 300 jabalíes al año. Durante el día se refugian en las zonas más densamente cubiertas por la vegetación, por lo que sufre la caza furtiva en menor medida que la del ciervo o el corzo. Su caza se realiza en batidas en las que participan un mínimo de 9 cazadores y con la ayuda imprescindible de perros de rastro como los sabuesos.